¡HOLA TRIBUTOS!
¡Aquí ya está el segundo capítulo!
La verdad es que estoy muy pero muy emocionada por la forma en que están saliendo los capítulos, tan fácilmente como coser y cantar, así que, seguramente, iremos avanzando según lo planeado, si es que alguna semanita no traigo dos capítulos juntitos.
Por ahora ay, no se nota Por ahora ahora sí no hay mucho más que decir, solo lo de siempre.
Besos, panes quemados ¡Y muchos azucarillos!
Némesis.
Estaba sentada a la derecha de Alma Coin, como en todas las
reuniones, hacía mi mayor esfuerzo por prestar atención a la charla, no muy
animada, que se producía entre mi abuela y los otros altos cargos del distrito,
incluyendo a Eros. En esos momentos, mis pensamientos los ocupaba el rubio. No
dejaba de recordar aquel momento, su cercanía, la forma en que jugaba con mi
cabello, un sonrisa boba apareció en mis labios, lo que pareció acabar con la
poca impresión que daba de estar escuchando a los allí presentes, porque, Ailain,
la mujer que me había criado y una amiga cercana de mi padre, golpeó la mesa
frente a la cual estábamos sentados y me dirigió la misma mirada que me habría
dado una madre que me estuviese reprochando alguna travesura. Suspiré antes de
que la voz de ella se dejase oír en la estancia.
—Santo cielo, Némesis ¿Es que acaso no te preocupa ni lo más
mínimo tu vida?
Arrugué la nariz al escucharla. ¿Mi vida? ¿Es que acaso
corría peligro? No pude darle más vueltas al asunto, cuando Eros la interrumpió
y me habló con una voz de extrema calma, aterciopelada incluso, yo sabía
perfectamente que ese tono significaba que algo iba mal. Lo que sucedía era
cosa seria.
—Escúchame. —Suplicó él, observándome fijamente con sus ojos
grises, pude sentir como su mirada llegaba hasta lo más profundo de mi ser— Tú
te metiste en esto, la cosecha es el miércoles, debes prestar atención a los
consejos que te están dando, sabes que todo es cuestión de suerte, aún con las
pocas papeletas con tu nombre, puedes ser elegida para los juegos.
Tardé un par de minutos en procesar sus palabras. Los Juegos.
Podría ser elegida, perder mi vida, o aún peor, mi humanidad, en una
competencia sádica y cruel inventada por el Capitolio, en que escogían dos
tributos, uno masculino y otro femenino, entre los doce y dieciocho años, para
ir a pelear a muerte a una arena creada por los vigilantes. Suspiré, Eros tenía
razón, yo solita me había metido en eso, la semana antes de la primera cosecha
de Gale, él me había hablado sobre cómo se sentía, el temor en su corazón, era
horrible para mí escucharlo, por lo que fui a exigir que me inscribiesen,
obviamente con la previa autorización de mi abuelo, el presidente de Panem. Él
pensaba que si salía elegida me acobardaría y podrían escoger otro tributo,
pero yo misma me hice el juramento de nunca dejarme amedrentar. No iba a evitar
la competencia, y menos si Gale salía elegido, ya que ese mismo día le prometí,
que si él debía ir, yo también lo haría, de alguna forma, y lo protegería,
porque siempre hacíamos eso, yo lo protegía de la crueldad del Capitolio y de los
agentes de la paz, y él a mí de los niños del distrito que querían hacerme daño
para darle “Un poco de su propia medicina” a mi abuelo.
Me dispuse a escuchar con gran atención, tomando notas
mentales de todo lo que podría ayudarme en caso de ir a los juegos, una vez
hubo finalizado la reunión, Coin me entregó una caja, y me pidió que la abriese
enseguida. No la desobedecí, la curiosidad podía conmigo.
Era un vestido, gris, como era de esperarse, pero con un
lazo de un naranja apagado en la cintura y otro en el hombro, además en la
falda se podía observar un bordado que asemejaba a una especie de soles…o
flores, del mismo tono que los lazos. Era bellísimo, al menos a mi parecer,
sabía perfectamente que hacer eso habría significado un esfuerzo y un
sacrificio para las personas que se encontraban en la sala, y yo valoraba
aquello.
—Sabemos que no te gusta que gasten por ti, —Comenzó a decir
mi abuela, con un tono de preocupación que al parecer solo yo pude notar— pero
tenemos un mal presentimiento, queríamos que nos dejases hacer esto, tal vez
sea lo último que podamos darte.
Sonreí, e inmediatamente me acerqué a la mujer que había
hablado, para darle un abrazo, hace mucho que no compartía gestos de cariño con
nadie, aunque, nunca en toda mi vida había mostrado la mínima pizca de afecto
por ninguno de mis abuelos, después de todo, eran el motivo de que mis padres
estuviesen muertos, pero en ese momento, vi un verdadero cariño en los ojos de
Alma, lo que me hizo plantearme el otorgarle una segunda oportunidad, o
primera, realmente.
—Cálmense todos. Tengo solo cuatro papeletas, no saldré
elegida, y, en caso de salir, prometo que voy a regresar, es decir, soy una
militar, puedo sobrevivir a unos juegos.
En ese simple parlamento, ya había dicho una gran mentira,
ya que, yo tenía bastantes papeletas en realidad, veinticuatro, para ser
exactos. Existía algo llamado teselas, que te permitían acceder a una ración
extra de “provisiones” como Gale y yo
las llamábamos, para cada miembro de tu familia, aunque por cada ración tenías
una papeleta más con tu nombre para el sorteo, lo peor de todo eso es que eran
acumulativas, el punto es que yo, siempre intentando ayudar, conseguí hacer un
trato, obviamente secreto, con los agentes de la paz, gracias al que, al
aumentar mis posibilidades de salir elegida para el camino hacia el matadero, las
raciones de la familia Hawthorne se duplicaban. Estaba segura que Gale no me
habría dejado hacer eso por él, las personas de la parte pobre del distrito
eran bastante orgullosas, por lo que no le dije nada.
Antes de poder percatarme, la sala de mando se había
vaciado, a excepción de Eros y de mí, lo observé por un par de segundos, luego,
en cuanto él notó mi mirada sobre si, me concentré en el vestido, como si fuese
a convertirse en un animal rabioso si apartaba la vista.
Hace aquello fue un grave error por mi parte.
En menos de un minuto, Eros ya estaba frente a mí, alzando
mi barbilla con delicadeza y obligándome a mirarlo. Esa vez no fui capaz de
decir palabra alguna, ni siquiera logré tartamudear algo. Noté su mano sobre mi
mejilla, lo que solo logró aumentar mis nervios y que el famoso calor conocido
como rubor se instalase en mis pómulos, lo vi abrir un poco la boca, como si
intentase decir algo, pero terminó desistiendo y envolviéndome con sus fuertes
y cálidos bazos.
—Némesis, prométeme… —Susurró, antes de dar un gran
suspiro, abrazarme con más fuerza—
prométeme que si eres elegida, pase lo que pase, sin importar quién esté en la
arena, vas a ganar. Promételo.
Enseguida pude notar la urgencia en su voz, el tono
suplicante con que pronunciaba aquellas palabras, solo pude asentir,
aferrándome a sus brazos. Algo iba mal, yo estaba completamente segura, y, por
primera vez, tenía miedo. ¿Qué es lo que me estaban ocultando? El rubio se
tensó levemente y deshizo el abrazo, tomando mi rostro con sus manos.
—No, no asientas y ya, promételo. Tienes que prometerme que
ganarás los juegos, por favor, Némesis.
—¿Qué está pasando, Eros? ¿Por qué tanta urgencia?
En esos momentos yo temblaba de pies a cabeza, al verme, mi
amigo me acercó hacia sí y me dio un único beso en la coronilla, lo escuché
suspirar, mientras deslizaba su mano por mi espalda, siempre había logrado
calmarme de esa forma. Sonreí levemente y volví a asentir, a pesar de que no me
había vuelto a preguntar.
—Prometo que, si es que voy, ganaré esos juegos, te lo
prometo.
Él me obsequió una pequeña sonrisa triste y volvió a
envolverme en sus brazos. Sonreí al sentir su cercanía y, extrañamente, mi corazón
se aceleró enseguida. Aquel instante fue de lo más agradable, hasta que se vio
interrumpido por la mano derecha de Alma Coin, a excepción mía, claro, era un
hombre alto y fornido, que prácticamente me había criado junto con Ailain, su nombre era Boggs. Eros me soltó
enseguida y se alejó varios pasos de mí, haciéndome sentir un pequeño vacío
repentino.
Boggs se limitó a sonreírnos a ambos y dejar dos bandejas de
comida en la mesa de La Sala De Mando.
—Tu abuela me pidió que les trajera esto, ya que ninguno
creyó que querrían ir al comedor.
—Muchas gracias, Boggs.
La sonrisa del hombre se ensanchó al escucharme entonces
posó una mano sobre mi cabello, dándome unas tiernas caricias paternales,
luego, al ser mucho más alto que yo, se agachó un poco, con las manos sobre los
muslos, para poder mirarme a los ojos.
—¿Vas a ganar?
—Lo haré.
Esas palabras las dije con total seguridad, y seriedad,
aunque inmediatamente bajé la mirada hacia la cajita con el vestido, la cual
seguía entre mis manos. En cuanto Eros habló pude notar el orgullo en su tono
de voz.
—¿Ves? Esa es mi pequeña.
Volví a alzar la
mirada, para fulminar al chico, quien inmediatamente comprendió su grave error.
Nadie, absolutamente nadie, me llamaba “pequeña”
sin sufrir las consecuencias. Nuevamente nos habíamos quedado solos, caminé
lentamente hacia el rubio, quien retrocedía dos pasos por uno que yo daba.
—¿Le tienes miedo a “La
pequeña”?
Mi amigo negó repetidas veces con la cabeza. Reí y me lancé
hacía él, quien rápidamente me cogió en volandas, como si fuese una de esas
princesas de los cuentos de antes de Panem, y giró y giró, haciendo que me
marease, yo solo pude abrazarme a él y esconder mi rostro en su cuello, hasta
que, eventualmente, él tropezó y cayó, conmigo encima.
—Eres un idiota.
—Pero un idiota al que adoras.
Reí, claro que lo adoraba ¿Cómo no adorar a aquel chico?
—Puedes apostarlo, bobo.
Y así, entre juegos, risas, y cómodos, cálidos y
reconfortantes abrazos, pasamos la tarde y noche, ya que, gracias al cielo, nos
libramos de la vigilancia nocturna, solo nos quedaba esperar al amanecer para,
cómo todos los años, en la época de la cosecha, irnos juntos al distrito doce.
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Jajajajaj. Defectos de actores, nada más, lo cierto es que me estuve planteando varias veces cambiarlo por otro que parezca más malo pero, neen, nada me convence así que lo he dejado así. Sé que quieres matarme, mucha gente quiere matar a los autores de fics como el mío, lo que me sorprende es que sea tan pronto, apenas acaba de comenzar el baño de sangre xD. Yendo al Capítulo, me encantan Eros y Némesis, son adorables *-* . 24 teselas son muchas y me hace temer por nuestra protagonista a igual que el hecho de que todos parecen actuar como si fuese a salir elegida en la cosecha. Me gusta esa amistad con Gale, supongo que le habrá costado al chico confiar en ella así que me encanta esa relación protectora que tienen. Me gusta el Capítulo, se nota que hasc mejorado mucho tu forma de relatar y la historia parece más comprensible que antes. Seguiré leyendo que me están enganchando :)
ResponderEliminarPrimero; ¡Es que ya me hiciste encariñarme con casi todos los tributos y no quiero que muera ninguno! Estoy segura de que para el final de tu fic terminaré cortándome las venas con galletitas de animalitos (?
EliminarSegundito: La verdad es que sí, de hecho una prima me pilló escribiendo algunos capítulos de más adelante y "La hice vomitar arcoiris". No voy a entrar en el tema de las teselas o la preocupación de todos, ya se aclarará todo con el tiempo. Y sobre Gale, ya pronto vendrán algunos recuerditos que mostrarán más sobre la amistad de ellos dos, y creo, solo creo, que una sorpresita que tengo te va a gustar.
Espero poder leerte pronto, besos.
Mea culpa por hacerlos conocer a todos, las galletas de animalitos no hacen nada xD, aunque gustan mucho comer. Si te sirve de consuelo yo también me he encariñado con muchos así que sufriré igual o más (Casi me sé el final, el problema es llegar hasta allí xD).
ResponderEliminarjajajajja, me gusta el romanticismo, no te preocupes, poco a poco iré averiguando lo de las teselas y todo eso, me sigue dando mala espina, al igual que todo, seguiré leyendo.